Los expertos hablan: esto es lo que pasa si bebes demasiada leche
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A diferencia de otros mamíferos, los humanos continuamos consumiendo leche durante toda la vida. Este hábito varía según la edad y las necesidades específicas de cada persona. Durante la infancia, la leche es especialmente importante debido a su alto contenido de proteínas, grasas, vitaminas y minerales como el calcio, esencial para el desarrollo óseo. Existen varios tipos de leche en el mercado, cada uno con sus ventajas y desventajas. La leche entera, rica en vitaminas y minerales, se recomienda durante la infancia y adolescencia para asegurar un adecuado crecimiento y prevenir la osteoporosis.
Sin embargo, su alto contenido calórico y graso puede ser problemático para personas con sobrepeso. Las versiones desnatadas o semidesnatadas, con menor porcentaje de grasa, están indicadas para quienes necesitan reducir su ingesta de lípidos, aunque no son aconsejables para niños. Además, las leches sin lactosa son ideales para quienes tienen dificultades para digerir este azúcar, mientras que la leche de cabra es valorada por su contenido en vitaminas y similitud con la leche materna. Por último, las bebidas vegetales, como las de soja o almendra, son opciones adecuadas en dietas bajas en grasas o en caso de alergias.
Los riesgos de beber demasiada leche para la salud
En los últimos años, la leche ha sido objeto de debate, cuestionando los beneficios previamente atribuidos a esta bebida. Mientras algunos sostienen que la leche es esencial para una dieta equilibrada, otros la asocian con diversas enfermedades, como ciertos tipos de cáncer y problemas digestivos. Este desacuerdo se basa en investigaciones médicas que respaldan ambas posturas, generando más confusión.
En cuanto al calcio, se ha promovido tradicionalmente que la leche es crucial para mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis, como indican estudios del Ministerio de Agricultura. Sin embargo, investigaciones de la Universidad de Harvard sugieren lo contrario. Según estos estudios, la leche no sería la mejor fuente de calcio para todos, y su consumo excesivo podría aumentar el riesgo de cáncer de próstata y ovario. Además, se argumenta que el consumo diario de productos lácteos eleva los niveles de grasas saturadas y vitamina A, lo que podría debilitar los huesos.
Otro aspecto controvertido es la lactosa, un azúcar presente en la leche. La enzima lactasa es necesaria para digerirla. En Europa, entre el 70 y el 90% de la población produce lactasa, permitiendo el consumo de leche sin problemas. En cambio, en Asia y África, el 90% de la población carece de esta enzima, lo que provoca intolerancia a la lactosa. Para estas personas, es preferible optar por leches alternativas. La alergia a las proteínas de la leche, que afecta al 3% de los bebés, generalmente desaparece con el tiempo.
Respecto a las grasas, la leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro, con una mezcla equilibrada de ácidos grasos poliinsaturados y saturados. En contraste, la leche de vaca tiene un 70% de grasas saturadas y un 30% de poliinsaturadas, lo que puede aumentar el colesterol y las grasas en sangre, afectando la salud cardiovascular y posiblemente contribuyendo a la diabetes tipo 1. Para mitigar estos efectos, algunos estudios recomiendan la leche desnatada enriquecida con omega 3, que también contiene ácido oleico y vitamina E, ayudando a elevar el colesterol HDL o bueno.
Cantidad diaria recomendada
Tradicionalmente, se ha recomendado consumir entre dos y cuatro raciones diarias de lácteos, lo que incluye un vaso de leche o dos yogures, debido a su importante contenido de calcio y vitamina D, cruciales para el desarrollo y mantenimiento de huesos y dientes. Aunque antes se indicaba que la ingesta diaria de calcio debía oscilar entre 800 y 1200 miligramos, estudios recientes sugieren que entre 500 y 700 miligramos diarios pueden ser suficientes.
El consumo de leche ofrece un amplio abanico de beneficios para la salud: su alto contenido en proteínas ayuda al control del sobrepeso, ya que genera saciedad y reduce el apetito. Además, las versiones de leche baja en grasa están vinculadas a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Sin embargo, si se deja de consumir leche, se pueden ver afectadas funciones corporales esenciales como la coagulación sanguínea y el mantenimiento de la densidad ósea, lo que incrementa el riesgo de fracturas.
En cuanto al tipo de leche, los nutricionistas suelen recomendar la leche entera, ya que contiene más nutrientes que las versiones desnatadas o semidesnatadas, las cuales pierden vitaminas liposolubles como la A y la D.
En resumen, beber demasiada leche puede conllevar ciertos riesgos para la salud. Aunque esta bebida es rica en nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del organismo, como calcio, vitamina D y proteínas, su alto contenido en grasas saturadas, especialmente en su versión entera, puede contribuir al aumento del colesterol malo (LDL) y elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, estudios sugieren que un elevado consumo de productos lácteos podría estar asociado con un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer, como el de próstata y ovario.